Un carro cargado de historia

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Hace muchos años, concebí la idea de construir un carro gallego en miniatura, a una escala razonable, para que sus proporciones nos permitan una copia lo suficientemente asequible, con el fin de ajustar al mínimo todos sus laboriosos detalles.

El punto de arranque de mi proyecto, tiene un trasfondo sentimental. Desde muy niño, sentía una gran curiosidad por todo lo que me rodeaba: fabricaba mis propios juguetes y aperos de labranza, con la ayuda de herramientas tan “sofisticadas”· como una navaja de bolsillo que me habían regalado por Reyes y una sierra de mano. Por algo se empieza. Pero las cosas de niño, nunca se olvidan y de pronto ya eres padre, abuelo………

Mira por dónde, la primera vez que uno de mis hijos, el primogénito, se topa con un carro gallego en vacaciones, por tierras de Manzaneda –Orense- , se queda admirado al escuchar un extraño “cante” de aquél vehículo cargado de leña y tirado por una yunta de fornidas vacas del país, que “canta por las lelas” (canta por las ruedas) y que hoy, tres décadas después, lo recuerda, lamentando no tener un casette para recoger aquél curioso sonido. De pronto, aprovechando mis vacaciones del pasado verano en Galicia, inicio el proceso de construcción para cumplir la vieja promesa hecha a mi hijo, de tener en casa una réplica del famoso carro cantarín.

 

Pues bien, superado el prólogo, intentaré explicar más seriamente los aspectos históricos y técnicos relativos a este medio de transporte rural de alta montaña. En primer lugar, decir que nuestro carro gallego, ya no lo encontraremos por los caminos; los tractores mecánicos lo han jubilado. Es una pieza de museo y quedan realmente pocos.¡Una pena¡

 

El carro gallego, de origen romano, varía en función de la orografía de las zonas. El modelo o prototipo que me ocupa, está diseñado para terrenos sinuosos como el macizo central galaico de las “Terras de Trives”.En su estructura artesanal, se pueden diferenciar tres bloques fundamentales: el chideiro o plataforma de carga, el rodeiro , conjunto de ruedas y eje, y el tren de anclaje de rodadura compuesto por las treitoiras y los apeladoiros, cuyos elementos adecuadamente ensamblados, producen el “milagro” del cante.
¿Cómo se produce este peculiar y estridente sonido? Por la fricción de dos maderas, sometidas a efecto de frenada en rodadura. La doble pista de rodamiento del eje, sincronizada con las treitoiras y presionadas por la cuña de los apeladoiros, actúa de freno en sentido ascendente, hasta el punto de bloquear el eje. Una carga respetable, un desnivel de carrera del 20%, una yunta de bueyes “bien plantaos”, y. ¡ que giren esas ruedas! El agudo sonido se escuchaba a más de un Km. a la redonda

Las maderas autóctonas, de gran resistencia, que se utilizan en su fabricación son: el negrillo, para el chideiro o estrume; el roble, para las ruedas y el cerezo, para el eje.
El conjunto de la estructura supera las 50 piezas, además de otros accesorios y útiles para trabajos especiales. El peso, en su conjunto, sobrepasa los 500 kg. .La longitud de la plataforma es de 5 m. y las ruedas de 1 m. de diámetro, incluido el espesor del herraje.

 

Las ruedas han de ser muy robustas, debido al intenso esfuerzo a que están sometidas. Su perfil cónico, parte de una base central de 20 cms. hasta 5 en corona, rematada con llantas de hierro. Otros refuerzos laminados laterales, le confieren además, una elegante silueta.
El eje, que completa el conjunto “rodeiro”, mantiene una simetría perfecta en las pistas de rodadura, terminando sus extremos en cuadro para mejor anclaje de las ruedas.
El chideiro, formado por dos largos travesaños en figura triangular, conforman el chasis de carga, proyectándose hasta el cabezallo o punto de tiro, en cuyo extremo se conecta con el yugo de tracción animal. El sistema de tiro en nuestra zona va a la cabeza, sujetando el referido yugo con fuertes correas de cuero, ensambladas sobre los cuernos del vacuno.
Dependiendo de la envergadura del cargamento, se pueden utilizar dos yuntas de bueyes. La segunda, o puntera, va conectada a la chaveta intermedia con un largo palo o tamoncela, para ayudar en cuesta ascendente. Un dato muy original y curioso que recuerdo, es el caso de un descenso en rampas de gran desnivel: se aplicaba el clásico recadén , consistente en pasar a la parte trasera del convoy, una yunta que tiraba en el sentido contrario de marcha, reculando, auxiliada con la susodicha tamoncela y favoreciendo así la frenada por caminos sinuosos.
Otros elementos a tener en cuenta, son los estadullos o fungueiros, palos verticales muy fuertes y anclados sobre el perfil del chasis y que actúan como estabilizadores de carga. Van acompañados algunas veces, cuando se transporta mercancía árida, de unos tablones laterales llamados ladreales, formando una especie de contenedor en toda la plataforma de carga.

 

Mas o menos, he descrito de una forma didáctica la fisonomía de un clásico carruaje que ya pasó a la historia. Ahora, me queda el consuelo de esta réplica proyectada a escala 1/10, cuyo formato alcanza los 50 cms. de longitud, suficientes para apreciar con exactitud, todos los componentes de su estructura. Como queda comentado, he utilizado exclusivamente maderas autóctonas de negrillo, cerezo y roble.
El proceso de construcción, en recuerdo y fidelidad a mi infancia, ha seguido unas pautas estrictamente artesanales, es decir , utilizando herramientas básicas como la sierra convencional, taladro, escofinas, limas, lijas, compás, calibre y torno. Una buena dosis de improvisación, y muchas horas dedicadas a manipular y corregir medidas y diseño.
Espero que les guste y perdure en el recuerdo.

El autor.: J.M: Basalo. Año de gracia de 2012.