Hablamos con Manuel Cela, Organista de la Catedral de Santiago de Compostela

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Toda una vida dedicada a la música sacra y a tocar el órgano de la catedral compostelana, ¿Una profesión clásica, eclesiástica,…? ¿Cómo la definiría? Sí, ya son bastantes años dedicados a la música, sobre todo en el ámbito de la liturgia, así como a la composición, y también al cuidado del órgano de la Catedral. Quien trabaja como músico es un profesional, pero de forma diferente a otros oficios, porque además de conocimiento y cierto talento, necesita poseer sensibilidad artística y un fino criterio musical. Por lo demás, antes los organistas de las catedrales eran sacerdotes, pero hoy ese requisito no se considera imprescindible.

El órgano ha entrado en “capilla” y se ha restaurado en los dos últimos dos meses. Acaba de terminar el montaje, ¿en qué ha consistido el trabajo? El trabajo en el órgano ha pasado por varias fases: primero, un diagnóstico del tipo de intervención que necesitaba; segundo, limpieza total del instrumento; tercero, arreglo de los fallos de funcionamiento y sustitución de elementos en deficiente estado; y, cuarto, retoques de armonización y afinación general.

El órgano se ha desmontado prácticamente al completo con sus casi 4.000 tubos. ¿Es una tarea complicada? Sí, hay que realizarla con mucho cuidado para no dañarlos, deben almacenarse ordenadamente y, después de ser limpiados y arreglados, hay que colocar cada uno en su ubicación exacta en el secreto. En este caso la cañutería albergaba muchos residuos de las obras de restauración de la catedral, que duran ya más de un año, y una limpieza profunda era imprescindible.

¿Usted detectaría un tubo mal colocado? Sí, claro, lo detectaría, así como un tubo desafinado. De todos modos, no es habitual que un caño acabe fuera de su sitio, ya que cada orificio del panderete tiene la dimensión exacta para recibir su tubo respectivo, y éste, además, está numerado y marcado con el registro al que pertenece y la nota que emite.

¿Quién ha llevado a cabo la restauración? La han llevado a cabo varios técnicos de la firma “Mascioni”, del norte de Italia, una de las empresas organeras más antiguas del mundo. Los padres de algunos de ellos construyeron este instrumento en 1977, siendo su opus 1010 y el único órgano “Mascioni” que hay en España.

La pieza que hace vibrar a los muros de la Catedral de Santiago ¿Cuál sería? Cualquiera que muestre la belleza de los registros de este magnífico órgano: un preludio y fuga o un coral de Bach, una pieza del brillante repertorio francés, una obra española para hacer sonar la trompetería horizontal, etc. También tengo piezas propias escritas para el órgano catedralicio. Obviamente, la obra que más se repite es el Himno al Apóstol Santiago, de Manuel Soler Palmer, interpretado durante el f

uncionamiento del botafumeiro.

¿Qué pieza tocaría para los gallegos de Sevilla? Unas palabras también para nuestros lectores. Ante todo, diría a los lectores que tengo muchas ganas de ir a Sevilla, ciudad de extraordinaria belleza, con gente de gran alegría y finura y en la que, por supuesto, hay muy buenos órganos. A los gallegos probablemente les gustaría escuchar el citado himno al apóstol. Como autores de música para órgano vinculados a Sevilla me gustan especialmente Francisco Correa de Araujo en la época barroca y, ya en el siglo XX, el gran compositor hispalense Manuel Castillo.