Entrevista a Monseñor Julián Barrio, Arzobispo de Santiago de Compostela

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Estamos viviendo unos difíciles momentos por este estado de alarma por la crisis sanitaria, ¿cómo ha ayudado la Iglesia en su archidiócesis a los afectados por el coronavirus? La Archidiócesis ha puesto a disposición de las autoridades políticas los inmuebles que pudieran servirles para la acogida de los sin techo o para el personal sanitario que pudiera necesitarlo. Nuestros capellanes de los hospitales no han ahorrado tiempo y esfuerzos para hacer todo lo que estuviera en su mano con los afectados por el coronavirus. Por otra parte desde el primer momento la Diócesis se ha unido en oración, encomendándonos al patrocinio del apóstol Santiago. Por supuesto, estamos tratando de ayudar a las familias necesitadas espiritual y materialmente.

Esta pandemia es un reto para la Humanidad, donde se pone a prueba la fe y otros valores de las personas. ¿Se podría decir que es como una plaga bíblica “el coronavirus”, la quinta o la sexta? Sin duda hemos de hacer una lectura creyente de esta realidad que estamos padeciendo y está haciendo sufrir mucho. Estas pandemias han sido una realidad a lo largo de la historia. Las Sagradas Escrituras nos ayudan a hacer esta reflexión necesaria. Dios no quiere el mal pero del mal puede sacar bien. No obstante podemos extraer lecciones de cuanto sucede, para nuestra forma de entender la realidad, para nuestra relación con las cosas y las personas y para nuestro estilo de vida y acción. Dice San Pablo que “a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio” (Rom 8, 28), pero era consciente de que las cosas no iban bien y no acontecían como él hubiera deseado. Es el amor de Dios el que pone el bien allí donde, a los ojos del mundo, sólo hay mal. Pues desde el amor, que cuando es sincero siempre es divino, incluso cuando el sujeto no sea consciente de ello, el mal se vuelve ocasión de desarrollar el servicio, la acogida, el cuidado, la solidaridad; en una palabra, la caridad, que no pasará nunca (1 Cor 13, 8). En medio de la oscuridad de la noche Cristo que es la Luz nos alumbra.

“Dios entra de lleno en el juego desconcertante de nuestras vidas para liberarnos del mal”, dijo usted en la Felicitación Pascual, el Domingo de Resurrección. ¿Se refería al virus y quería decir que se necesita la fe y a Dios para combatirlo, además de la Ciencia? Evidentemente para el creyente la fe es una referencia fundamental. También han surgido intentos de explicar esta situación insólita desde una perspectiva teológica. No es nada nuevo. Los discípulos de Jesús, ante el ciego de nacimiento, preguntan: “Maestro ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?” (Jn 9,2). Se diría que, gustándonos tener el control sobre todo, nos sentimos impotentes y perdidos ante las desgracias que nos sobrevienen de forma natural. Necesitamos poner rostro al sufrimiento. No en el sentido de comportarnos humanitariamente con quien padece, sino en cuanto nos sentimos como más seguros y menos amenazados si podemos descubrir una intención en aquello que causa nuestros males. Dios en su providencia no nos abandona nunca, respetando siempre nuestra libertad. Dice el salmista: “si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo libra de sus angustias”. Esta es la confianza que nos da nuestra fe. Lógicamente la ciencia tiene su papel y hay que agradecer el esfuerzo y el saber de tantos científicos que buscan poner remedio desde el punto de vista médico a esta realidad.

¿Alguna anécdota vivida, Monseñor, con el coronavirus? Uno de los diocesanos, ya entrado en años y con buen sentido del humor, me comentaba: Sr. Arzobispo, esperaba otra corona pero no ésta…

Su archidiócesis cumple este año 9 siglos, procede de la Diócesis de Iria que fue creada en torno al año 400. Historia sobre historia… Sin duda es una larga historia que ha estado muy caracterizada por el sepulcro y la memoria del Apóstol Santiago, el Camino de Santiago y la Peregrinación Jacobea. Una historia de gracia y de esfuerzo para tratar de ir realizando los planes del Señor a lo largo de todo este tiempo.

Faltan meses para el Xacobeo 2021, un año lleno de celebraciones y actividades en las Rutas Jacobeas que atraerá, esperemos, a Santiago de Compostela a miles de peregrinos. Ya hay un Comité de Expertos para adaptarlo a la situación actual. Será, sin duda, un Xacobeo diferente, pero más que nunca, los peregrinos lo vivirán distinto… Este es el 120 Año Santo Compostelano que celebraremos, Dios mediante. La experiencia que tenemos sobre todo en los últimos celebrados es que son muchas las personas y los grupos de todo el orbe que acuden para encontrarse con la Tradición Apostólica que fundamenta nuestra fe. Ciertamente este año nos encontramos con la incertidumbre de la pandemia. Trataremos de buscar el modo para que esto no impida que miles de peregrinos con la llamada a la conversión participen en este Año de gracia y de perdón. Siempre se ha dicho respondiendo en verdad a la realidad, que los Años Santos Compostelano son los años de la gran perdonanza.

¿Qué tiene el Camino de Santiago que si alguien lo prueba “repite” casi siempre? El Camino de Santiago es una experiencia en la que la persona puede encontrase consigo misma, con los demás y con Dios. Es un camino de búsqueda de respuestas a tantas preguntas últimas o penúltimas que cada uno llevamos dentro. Es un ámbito de esperanza de la que tan necesitados estamos hoy. Yo creo que este es un poco el secreto de por qué tantas personas repitan esta experiencia que al decir de ellas siempre es nueva.

Cuando ve llegar a la Plaza del Obradoiro a esos peregrinos de todo el mundo, de todas las edades, creyentes, o no, en medio del cansancio y de la satisfacción por terminar el camino, ¿qué imagen se le pasa por la cabeza? La imagen de la vida que es como una peregrinación, como un camino que hay que realizar tratando de llegar a la meta en medio de no pocos esfuerzos, con el gozo que esto supone siempre. Sin duda se tiene la conciencia de que el peregrino por excelencia es el que hace la peregrinación a Santiago. Y esto desde el primer momento de la peregrinación.
De la zamorana Manganeses de la Polvorosa, tierra de los astures y los romanos, donde nació, pasando por Astorga y recae en Santiago de Compostela en año jubilar. En 1996 el Papa Juan Pablo II lo nombra Arzobispo de Santiago, ¿media vida en la capital gallega? La he vivido en providencia de Dios. Estoy seguro de que para mí ha sido un gran don de Dios y de la Iglesia la misión que se me ha confiado en esta iglesia que peregrina en Santiago de Compostela. Mi actitud no puede ser otra que cantar el Magnificat en humildad, sencillez y pobreza.

¿Díganos su rincón favorito de la Catedral? La verdad es que de una joya, como es nuestra Catedral, es difícil resaltar alguno de sus perfiles. Pero si tengo que subrayar alguno además del Pórtico dela Gloria, la Tumba del Apóstol Santiago.

Unas palabras para nuestros socios del Lar, que hoy necesitan sentir Galicia más cerca que nunca…. Me agradaría poder saludarles personalmente. Agradezco la oportunidad de encontrarme con Vds. a través de este medio, e invitarles con afecto a peregrinar a Santiago de Compostela. ¡Merece la pena! Les encomiendo al patrocinio del Apóstol Santiago. ¡Dios nos ayuda y el Apóstol Santiago!