A Félix

Inicio / Revistas / A Félix

Querido amigo, en Enero pasado el Lar Gallego te rindió un emotivo y merecido homenaje, en el transcurso del cual se te impuso la insignia de oro de la Entidad por tus 50 años de fidelidad a la misma, también la Junta Directiva te otorgó la Anduriña de plata por tus relevantes servicios al Lar, Anduriña que tuve el inmenso honor de colocarla en tu solapa. Yo quería y debía, como hago habitualmente, haber escrito algo para la Revista Anduriña, del bonito y emocionante homenaje que se te rindió, en el que participamos una buena cantidad de socios y amigos tuyos que quisimos demostrarte nuestro aprecio, así como toda tu familia, que también hizo patente el gran cariño que sentían por ti, en especial tus nietas, que dieron lectura a un hermoso manifiesto de amor por su abuelo, como he dicho debería haber escrito algo sobre todo esto, pero ya era consciente de tu estado de salud y me fue imposible hacerlo, era incapaz de teclear una frase sin que se me hiciera un nudo en la garganta.

A finales de Marzo el Coro del Lar, al que tu tanto has querido, dio, como todos los años, su Concierto de Primavera y, como no podía ser menos, te lo dedicó a ti, como una de las personas que más ha hecho por el Coro a lo largo de los trece años que tiene de existencia, estabas más preocupado de los ensayos y actuaciones que su Directora, tu mujer Laurita, eras el crítico más duro que teníamos, aunque siempre con espíritu constructivo, soy testigo de que aún encontrándote ya bastante mal, animabas a Laura y la acompañabas para que no faltara a los ensayos y también sé que te acordaste de tu querido Coro más de una vez en los últimos días de tu vida. Como coordinador del Coro acostumbraba a hacer una reseña del concierto, tampoco esta vez y por la misma razón, fui capaz de escribir nada.

Hoy 12 de Mayo de 2012, nos has dejado para reunirte con tu Creador, donde sin duda disfrutarás de la felicidad eterna y, aunque me cueste, no puedo dejar de escribir unas líneas para expresarte mi afecto y mi consideración, dejando constancia de ello en nuestra Revista.

No sé exactamente cuánto tiempo hace que nos conocimos, creo que unos diez años más o menos, no importa, pero a largo de este tiempo estoy seguro que conté con el mejor amigo que uno siempre ha soñado tener.
Mi teléfono sonaba a cualquier hora de cualquier día, eras tú preguntando por mi nieto, por mis hijos, por mi mujer, por mí, te acordabas de mí familia, me tenías presente, yo esto no lo puedo olvidar mientras viva.
Notaba tu apoyo incondicional en los malos momentos que a lo largo de todo este tiempo he pasado, esas palmadas en la espalda sin decir nada pero que lo decían todo y como no, esas palabras sencillas pero reconfortantes que me animaron a continuar y a no abandonar.

Félix, eras de esa clase de amigo que sin verlo a menudo, sin cruzar palabra durante tiempo, sin contarle penas ni alegrías, sin tomar copas juntos, tiene uno la seguridad de que siempre está ahí de manera incondicional para lo que necesites, eras ese tipo de amigo que siempre se echará en falta y que no se puede olvidar jamás.
Laura y tu habéis formado una maravillosa familia, así lo han demostrado en los homenajes que últimamente has recibido, a lo largo de tu enfermedad, y que ahora unidos como una piña arropan a tu viuda de la misma manera que tu lo has hecho con ellos y con tus amigos a lo largo de tu vida, les está siendo muy difícil seguir sin ti, pero ten la seguridad de que lo lograrán porque tu le has marcado el camino con tu ejemplo.

Y nada más Félix, también a mí se me va a hacer difícil no poder contar con tu presencia física, mi consuelo, como creyente, es saber que estás en un mundo mejor en el que algún día nos reuniremos de nuevo.

No creas que me ha resultado fácil escribir estas líneas, posiblemente mal redactadas y con numerosos defectos, discúlpame, pero es que las lágrimas han aflorado a mis ojos a menudo, pero tenía que hacerlo, solamente he dejado hablar al corazón, es mi pequeño homenaje a un gran amigo.

Acostumbro a firmar todas las colaboraciones que envío a la Revista Anduriña con mi nombre y apellido, permíteme que esta vez lo haga de distinta manera.

Un amigo de Félix